El último latido del corazón
Mientras estaba en el porche esta mañana hablando con Dios, mis ojos se abrieron una vez más. Después de mi tiempo de oración, como de costumbre, el Espíritu comenzó a hablarme a la mente.
Estaba contemplando los árboles y escuchando a los pájaros. Observé una ardilla reuniéndose para su nido y vi pájaros reuniéndose para sus nidos.
Entiendo que llegará un día en que haya visto mi último invierno. Con el consuelo de saber que hay un tiempo de descanso para toda la creación, llegará un día en que haya presenciado la última gloria de la novedad del amanecer de la primavera y la nueva vida que trae.
Llegará un día en que haya visto mi último verano y la maduración de la vida que trajo la primavera, y llegará un momento en que haya visto mi último otoño y la preparación para el letargo que trae.
Un día en que exhalo mi último aliento y sale el último latido de mi corazón, en ese mismo instante sé en mi corazón que estaré con mi Señor Jesús.
He presenciado en mi vida el milagro de la nueva criatura; el gran regalo y gozo de la salvación.
Se me dio una opción: o me arrepentía de mi pecado y clamaba por la salvación de nuestro querido Salvador Jesucristo y luego pasaba la eternidad con él en el paraíso, o en ese momento final de mi último aliento, el último latido de mi corazón, la siguiente comprensión que tendría sería el tormento del infierno mismo y eso, duraría por la eternidad.
¿Has conocido a alguien que creyó en Dios pero nunca fue salvo? Tal vez entendía que había un creador, pero se negó a tomarse el tiempo para comprender y recibir el regalo de su Hijo unigénito.
He conocido a esas personas. Conozco a algunas personas así ahora.
Este conocimiento me pesa terriblemente en el corazón: saber que una persona podría entender la grandeza de Dios el creador y, sin embargo, pasar la eternidad en el infierno por permitir que su ego la venciera, por negarse a aprender y entregarse al perdón que Él proveyó.
Ninguno de nosotros sabe cuándo llegará ese último momento. Algunos pueden tener la suerte de tener una idea de cuándo en general puede suceder, y digo afortunados porque ese conocimiento proporciona momentos de adoración y preparación de las mentes de quienes nos rodean.
¡Pero nadie sabe el momento exacto hasta que llega! Por eso las Escrituras nos dicen que estemos listos a tiempo y fuera de él.
¡No tenemos garantizado el día ni la hora! Amigo, puede que no tengas otro momento. ¡Por eso es tan importante correr al Señor tan rápido como puedas sin dudarlo! Jesús dijo: “Nadie viene al Padre sino por mí”.
Queridos, no saben cuándo han visto la última novedad de la primavera, el último verano, otoño o invierno. ¡Simplemente no lo saben!
Corran hacia su Salvador Jesús y reciban el regalo de la vida eterna en el paraíso. ¡Corran hacia Él antes de que no tengan otra oportunidad!
Oro para que todos los que lean esto sean impulsados por el Espíritu Santo a pedir perdón y a aceptar el regalo de la expiación de nuestros pecados por medio del Hijo unigénito de Dios, Jesucristo.
"Mi querido amigo, cuando el dolor te presione hasta el polvo, adora allí."
-Charles Spurgeon